Rancheras Chilenas en el Alto Bio Bio

El artículo de Crossing Borders de este mes es de la autoría de Pablo Catrileo Aravena (1981), músico, autor y compositor popular y Licenciado en Educación, nacido y criado entre las ciudades de Concepción y Talcahuano en la Octava Región del Bío-bío en Chile. Como Profesor de música (Universidad de Concepción, 2006) ha desarrollado labores de docencia en múltiples sectores rurales y semi-rurales entre Ñuble, Bío-bío y la Araucanía, situación que ha influido permanentemente en su obra e intereses. Su obsesión por los viajes y su afición por las letras, lo llevan actualmente a realizar una investigación sobre la música de raíz mexicana en Chile,  en el marco de su proyecto de Tesis para el Magíster en Musicología Latinoamericana, que se encuentra cursando en la Universidad Alberto Hurtado en Santiago de Chile.

La presencia de la música mexicana en Chile es de antigua data y sus géneros emblemáticos como lo son el corrido y la canción ranchera, constituyen uno de los primeros y más difundidos tipos de música foránea en folklorizarse(A)en el país.

Los Méjico(B)marcan una tendencia musical tremendamente popular en Chile: ritmos, canciones, personajes e historias originarias del país del norte, que hace ya más de ochenta años llegaron para quedarse por estas latitudes. Es una tendencia de importancia, pues la música ranchera(C) es un fenómeno en venta de discos, shows en vivo y difusión mediática, y que en zonas del centro y sur de Chile, ha adquirido gran vigencia y popularidad entre amplios sectores de la población—vinculada al mundo rural principalmente—sobre todo el último tiempo con la explosión de la cumbia-ranchera tropical y su nutrida variedad de cultores, reconocida performance, amplia difusión, y escena.

¿Pero cómo fue entonces que éste repertorio caló tan hondo en el sentir de la gente? En las siguientes líneas revisaremos un panorama de cómo se gestó un imaginario musical en México, diseminado en el continente por la industria, y de cómo asentó raíces en Chile y floreció con el cambio de siglo. Además nos acercaremos al conocimiento de una zona geográfica mayoritariamente indígena, que coexiste en su cultura milenaria con influencias occidentales del Chile moderno y con las músicas mexicanas. México posee una de las mayores industrias artísticas en América, y su conformación ha sido decisiva en la comercialización de sus bienes culturales, y en la influencia que éstos ejercen en los gustos, modas y tendencias artístico-musicales de sus habitantes, desde inicios del siglo XX. La continuidad política tras la revolución, y el fuerte impulso del estado por sus bienes culturales (cine, música, pintura, etc.) han permitido que la influencia de la cultura mexicana en el exterior haya sido constante (Szurmuk 2009: 23).

                         

  Jorge Negrete y Guadalupe del Carmen, íconos de la canción ranchera en México y Chile, respectivamente.

El Chile Mexicano

Los primeros acercamientos de la música mexicana con Chile, se deben a la apertura comercial de México durante el Gobierno de Porfirio Díaz—hacia finales del siglo XIX—lo que se tradujo en la llegada y comercialización de repertorio decimonónico tardío de salón, mediante partituras y cancioneros (González y Rolle, 2005: 426).

La naciente radiofonía desde los años veinte, y la llegada del cine sonoro, influirán en la práctica de escuchar música y ver películas. El cine fue el gran impulsor en afianzar el gusto popular por lo mexicano en el continente, pues el habitante latinoamericano se verá claramente reflejado en sus temáticas, en contraposición a lo que presentaba el cine norteamericano. Las cintas mexicanas tendrán bastante acogida, especialmente en los sectores populares, porque “era hablado en el propio idioma de los espectadores” […] “largas colas se hacían para sacar entradas en los cines donde se pasaban preferentemente películas mexicanas, sobre todo aquellas en que participaba María Félix”[…] “Las voces de Jorge Negrete, Vargas, y Pedro Infante arrancaban aplausos, y los dichos de Juan Charrasqueado, protagonizado por Pedro Armendáriz, eran repetido a la salida del cine, en el trabajo, en los microbuses y bares” ( Vitale.2003-2006:3).

Al respecto, Luis Villalobos complementa que “el cine mexicano y su temática campesina inciden en la adopción de ciertas costumbres por parte de la población chilena, facilitado por la similitud del lenguaje y la identificación social con los personajes de las películas” (Villalobos 2012:87). De esta forma comienza a afianzarse en Chile una predilección por las canciones mexicanas, asociándose a una identidad campesina, y paulatinamente citadina, debido a los procesos migratorios campo-ciudad a inicios del siglo XX.

Otro factor determinante, ocurrió tras el terremoto en la zona central en 1939, donde el gobierno mexicano envío un barco con ayuda para sortear la catástrofe, aportando con insumos médicos, materiales de construcción, víveres y grupos de mariachis (González y Rolle. 2005: 431). “Desde una soprano hasta boxeadores” […] “todos con una sola disposición: dar a conocer su arte a los chilenos. Los charros cantan en teatros, radio y en todos los lugares”(D).

Tal impacto tuvieron estas situaciones, que consagraron al nuevo estereotipo de intérprete musical surgido del cine: el “charro cantor”, contribuyendo a la formación de agrupaciones, solistas y dúos chilenos, que recogieron el repertorio mexicano, imprimiéndole tintes nacionales propios y recreando un estilo musical característico, que se quedó para siempre en este rincón del mundo.

Los primeros intérpretes chilenos en difundir música mexicana fueron Los Veracruzanos, Los Huastecos del sur y Los Queretanos a partir de fines de la década de 1930. “Estos conjuntos eran formados por tríos y cuartetos masculinos con guitarras, vestidos de charros, en una clara mexicanización de los tradicionales conjuntos de huasos chilenos” (González y Rolle. 2005: 434). A partir de los años cincuentas surgirán actos como Guadalupe del Carmen, Los Hermanos Bustos, Los Reales del Valle, Los Llaneros de la frontera, María José Quintanilla y Los Charros de Lumako, todas exitosas propuestas que incorporarán sus sellos personales a la música de raíz mexicana, contribuyendo a formar el gusto de importantes sectores del país, dotando a la música mexicana hecha en Chile, de una batería importante de cultores y eventos asociados, bajo el rótulo de música ranchera.

           

Los Hermanos Bustos, Los Reales del Valle y Los Llaneros de la frontera, agrupaciones señeras de la música mexicana hecha en Chile.
Recorriendo La Comarca Con Ecos Rancheros

A comienzos de siglo, principalmente en las regiones del Bío-Bío y Araucanía, brotará con fuerza una nueva cumbia ranchera, que sigue la línea de la música de raíz mexicana realizada en Chile, pero que ahora se presenta “modernizada” con variantes en el estilo. La punta de lanza del género, la constituirá la aparición de “Los Charros de Lumaco”(E), agrupación que revitalizará el estilo mediante la utilización de instrumentos electrónicos y bases pregrabadas.

Respecto a las canciones, priman temáticas amorosas y festivas, como también covers de baladas del pasado, ahora apuradas al tempo de la cumbia, sumado a un look llamativo y colorido por parte de sus intérpretes(F). Estos aspectos, más la forma de distribución y comercialización de grabaciones (autoproducciones, venta mano a mano, y el gran auge del sello grabador Tekyla Records) y la periódica realización de “Cumbres rancheras”, son sus características sobresalientes.

Desde hace algunos años, al caminar por las calles de Los Ángeles (Octava región chilena) es prácticamente imposible no encontrarse con una cumbia ranchera: ya sea que brote de un altoparlante de una tienda, de un vehículo en movimiento o en los alrededores de la vega. Es una música que está en el ambiente, y los transeúntes parecen estar acostumbrados. Ésta ciudad recibe diariamente miles de personas, por ser capital provincial y centro de abastecimiento de la provincia del Bío-Bío. Acá la gente llega de comunas aledañas por motivos de trabajo, salud, compras, etc, transformando este lugar en un polo de interacciones múltiples, donde están siempre presentes los méjico.

Dentro de este flujo de personas, es importante señalar que un alto número proviene del sector rural y en esta investigación llama la atención la presencia pewenche, por tratarse al menos en el papel—de una cultura distinta a la imperante, pero que debe por obligación comulgar con el habitante citadino y campesino de la región. Por lo mismo, uno de los focos de mi trabajo ha sido acercarme a como el pewenche se relaciona con la música de raíz mexicana y como en la zona del Alto Bío-Bío, que principalmente habita, se generan las preferencias musicales de su gente, y como sus gustos y prácticas musicales pueden influir en la formación de una identidad individual y colectiva.

Arriba En La Cordillera: Conformación Identitaria en El Alto Bío-Bío

Lo primero que llama la atención y maravilla al visitante, es la exuberante vegetación del sector, donde la montaña y el verde convergen con los caudalosos ríos Bío-Bío y Queuko. Sandy Mora recopiló una serie de fotos descriptivas del paisaje de la zona, y en su libro “Imágenes reveladas” (2008), describe sus paisajes y gente: “esta zona es la tierra de la etnia pewenche, quienes habitaban en el Inapire mapu, la tierra de nieves” […], “Los pewenche—la gente de los bosques de araucarias—mantienen una estrecha relación mítico-religiosa con éste árbol, desarrollando así una economía tradicional sobre la base de circuitos nómades estacionales. La forma de vida, naturaleza y conocimientos que se transmiten de generación en generación a través del chedungún o la lengua de la gente, en función e interacción con su entorno natural” (Mora 2008: 2).

Alto Bío-Bío se encuentra enclavado en la cordillera de Los Andes, al sureste de la Octava Región a 90 kms de la ciudad de Los Ángeles, y desde el 2004 se convirtió en comuna independiente. Esta situación vino a contribuir en parte, como señala el funcionario municipal, Marcelo Queupil (1988) a, “disminuir la brecha del acceso a los beneficios del estado, pues antes, al depender de Santa Bárbara (distante a 50 kms río abajo), no se hablaba mucho del Alto, y era una zona realmente aislada, sobre todo con las nevazones del invierno”(G).

La zona congrega a alrededor de 7000 habitantes y el 72% de los habitantes de Alto Bío-Bío es pewenche, los que se distribuyen en una superficie de 3 mil 345,2 km cuadrados(H). El principal asentamiento humano y capital comunal es Villa Ralko y el resto de su población está dividida en 12 comunidades pewenche(I): Kauñikú, Trapa-trapa, Quepuka Ralko, etc, distribuidas alrededor de las cuencas del Queuko y Bío-Bío. Como sector cordillerano, azotado muchas veces por grandes nevazones en invierno, la conectividad es compleja. Desde Ralko hacia las comunidades existen sólo dos locomociones al día. La comunicación telefónica también es limitada—en algunos sectores nula—y la mayoría de la población cuenta con atención médica una vez por semana en postas rurales o rondas médicas, situación a todas luces insuficiente.

http://www.munialtobiobio.cl/mapas.ht

La zona ha sido escenario de controversias y violentos enfrentamientos a partir de los años noventa, cuando el Gobierno de Chile autorizó la construcción de la central hidroeléctrica “Pangue” (1996) perteneciente al poderoso grupo energético español ENDESA. Muchas voces se alzaron en post de la defensa de la naturaleza y de las tierras ancestrales pewenche, más a los pocos años se construyó el segundo proyecto energético llamado “Central Ralco” (2004), polémico por inundar antiguos cementerios pewenche, indemnizar a las familias con exorbitantes sumas de dinero y expropiarlas hacia tierras bajas e infértiles. Pese a todo, ambos proyectos eléctricos se concretaron(J), es más, en la actualidad, la zona cuenta con una tercera central Hidroeléctrica, construida en el 2014.

Mi primer vínculo con la zona, se originó cuando fui contactado por una organización educacional en el año 2007, para ofrecerme un puesto como profesor de música en Santa Bárbara, donde me trasladé a vivir aquel año. Recuerdo que ya desde tomar el bus, comencé a escuchar un frenético y repetido redoble: luego se le sumarían acordeón, bases programadas, guitarra eléctrica y animaciones tales como “y como diceeeee” y “así, así, así”... mi primer contacto con la cumbia ranchera tropical y la piedra angular del estilo: “Los Charros de Lumako”. Luego al comenzar a recorrer estrechas calles y sentir la bullente actividad del pueblo al mediodía, empecé a familiarizarme con una canción que sonaba majaderamente en comercios y en las muchas cantinas y bares del lugar: “como dejar de amarte mi vida como”, repetía el pegajoso estribillo de la canción más escuchada ese año.

Una vez que asumí funciones en la Escuela Agrícola Los Mayos, pude constatar que lo que había escuchado de trayecto, era un tipo de música completamente viva dentro del estudiantado y la comunidad en sí, no tardando tiempo en familiarizarme con el ritmo, con “Los Charros” y sus canciones. Una característica muy llamativa de aquella escuela, era que agrupaba a estudiantes de origen pewenche y que convivían en una misma sala de clase con otros de origen chileno y campesinos del sector. Aquí surge mi primera inquietud en conocer más sobre las costumbres y tradiciones pewenche, despertando el interés por profundizar en los aspectos de su vida y familias; también en vincularlas con mi propia experiencia de vida, con mi ascendencia mapuche nunca vivenciada por haber sido criado a la usanza chilena en la ciudad.

 

Los Charros de Lumako, fundadores de la cumbia ranchera tropical

 

Afiche promocional de una Cumbre ranchera, recogido en las calles de Santa Bárbara (Julio 2015). Foto: Autor.

Gracias a la naturaleza de la asignatura que trabajo, pude profundizar en la cultura pewenche a través de la música. Comencé a pedirles a los niños que me cantaran canciones en chedungún, dándome cuenta que parte importante de ellos no conocía muchas, más bien las canciones que manejaban, eran algunas baladas románticas de moda, cosas del naciente reggaetón y principalmente “rancheras”, como decían ellos: ahí me cae el primer tejazo(K) y comienzo a entender la importancia de la música de raíz mexicana en su entorno cotidiano.

Establecidos los vínculos afectivos con mis estudiantes, principalmente a través de mostrar interés por la música ranchera, valorarla e interpretarla en clases y talleres, tuve la posibilidad de realizar un viaje hacia la cordillera con destino el sector de Vegas de Ralko, visitando la casa de la familia Puelma-Huenchucán, hogar de Andrés, uno de mis estudiantes, ubicado en medio del Parque Nacional Ralco. Hasta allá llegamos un viernes de Octubre del 2007, junto a otros tres jóvenes pewenche, cargados de mochila, guitarras, y emoción(L)

 

Mi Primer Viaje A La Cordillera, Junto A Mis Estudiantes (Octubre Del 2007)

¿Identidades?

La utilización de herramientas tecnológicas y mediáticas de éste siglo, y el mayor acceso a la educación “chilena” por parte de los jóvenes pewenche, han contribuido en ampliar su espectro cultural, sin alejarse de su cosmovisión indígena. En el plano musical, la absoluta permeabilidad de las músicas de moda, también juegan un papel importante en la conformación identitaria pewenche contemporánea. Así las cosas: ¿Será correcto afirmar que la música ranchera es parte del cancionero nacional de Chile, o bien particularmente, un sello identitario de Alto Bío-Bío? ¿Cómo un tipo de música puede llegar a determinar identidad y contribuir en el desarrollo del acervo cultural de una persona o un grupo de ellas?

La palabra identidad, según Ricardo Krebs, “deriva del latín ídem, esto es, lo mismo, lo propio. De acuerdo con este sentido etimológico se entiende en lógica por identidad, la completa coincidencia de algo consigo mismo”. A su vez el autor afirma que al hablar de identidad de un pueblo, implica “el supuesto de que éste permanezca siempre idéntico, que sea siempre el mismo, que conserve su propio ser”(M), situación que a mi juicio nunca ha ocurrido con la música popular en Chile, donde los méjico, constituyen un claro ejemplo de hibridación, tan propio de nuestra Latinoamérica.

Históricamente la identidad se asocia al nacionalismo, y la labor de su construcción y reafirmación ha sido endosada al sistema escolar y todo su aparataje político administrativo ordenado por los gobiernos de turno. Asimismo, las políticas culturales mantienen la herencia generada bajo la dictadura del gobierno militar, nacionalista y autoritaria. Nuestra zona de estudio, parece no escapar de la tónica nacional, aunque sí, el discurso de las autoridades se ve cargado del “componente étnico” del sector. Al hablar de un establecimiento educacional, se espera al menos en el papel, que tenga como pilar fundamental ser un ente generador de identidad y fortalecedor de su cultura, como he podido leer en los proyectos educativos de muchas escuelas. En la educación de los niños y jóvenes del sector, se habla mucho de la palabra interculturalidad, entendiendo por el término, la coexistencia de un conocimiento curricular a nivel nacional (regido por el estado de Chile) y el saber tradicional pewenche.

Néstor Queupil (1992), joven pewenche y educador tradicional del Liceo de Ralko, señala sobre música e interculturalidad que “la música pewenche propia no cumple el mismo objetivo que cumplen la mayoría de los tipos de música, pues busca crear un respeto, entregar un conocimiento, más que diversión. Actualmente se busca relacionarlas y fortalecer el concepto de interculturalidad. En el liceo tratamos de fortalecer la pluriculturalidad que existe acá en Chile y que pocos han reconocido en realidad”(N).

Carlos Railaf, productor de Radio Alto Bío-Bío al ser consultado por las preferencias de sus auditores, sostiene que “La música ranchera, tiene un espacio exclusivo en la emisora: existe un programa el cual es muy solicitado por la audiencia. Este estilo desde los inicios se ha quedado en estos sectores, me atrevería a decir que cumple con el gusto de muchas generaciones, por lo mismo no ha decaído” […] “también ha estado presente ya que sus creadores en gran parte son personas de zonas rurales”(O). Igualmente Néstor Queupil complementa que “la música ranchera tiene relación con nuestros padres y abuelos, pues tiene gran presencia en sus gustos”[…] “una música que yo escuchaba desde niño, y ahora en la actualidad, mi generación, escucha lo más nuevo—basado en los Charros (de Lumako)—sin renegar de lo clásico como Los Manantiales” […] “ésta música nos permite vivir el día a día y a mi juicio nos inyecta una cuota de alegría”(P).

Ese mismo año, en el 2007, dejé de trabajar en la zona, pero siempre mantuve vínculos con los muchachos. Continué viajando, ahora a observar paisajes, profundizar en la cosmovisión pewenche, a realizar grabaciones y a participar del nguillatún en la comunidad de kauñikú.

En el curso de ésta investigación, he vuelto a la zona, mis ex estudiantes y amigos, Marcelo, Néstor y Andrés, ahora son jóvenes profesionales que trabajan activamente por su tierra. Me han contactado con referentes del tema en la zona, como la agrupación musical “Los Arrieros de Alto Bío- Bío”, y siempre, ya desde subir a la micro en el terminal rural de Los Ángeles, o bien hacerle dedo a lo que pase en la carretera, o caminar por las calles de Santa Bárbara, Quilaco o Ralko, me he sentido acompañado en el sonido ambiente por la música ranchera.

Los Arrieros de Alto Bío-Bío

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

GODOY, Álvaro. & GONZÁLEZ, Juan Pablo. (Eds). “Música popular chilena 20 años: 1970-1990”. Ministerio de Educación. División de cultura. Santiago de Chile. 1995

GONZÁLEZ, Juan Pablo y ROLLE, Claudio. “Historia social de la música popular en Chile, 1890-1950”. Ediciones PUC. Santiago de Chile. 2005

MORA, Sandy. “Alto Bío-Bío: Imágenes Reveladas”. Fondart Región del Bío-Bío. Concepción. 2008.

KREBS, Ricardo. “Identidad chilena”. Centro de estudios Bicentenario Chile. Santiago de Chile. 2008.

SZURMUK Mónica & MC KEE IRWIN, Robert (Coordinadores). “Diccionario de estudios culturales latinoamericanos”. Siglo XXI Editores: Instituto Mora. México. 2009.

VEGA, Héctor. “La música tradicional mexicana: entre el folklore, la tradición y la world music” Ciudad de México: Revista HAOL, Núm. 23, 2010.

VILLALOBOS, Luis. “Los filmes musicales extranjeros y su influencia en la creación de identidades en el cine y en los espectadores chilenos 1930-1950”. Revista Faro. Vol. 1, Nº16 (II Semestre 2012)  Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Playa Ancha Valparaíso, Chile Págs. 81-91

VITALE, Luis. “Música popular e identidad latinoamericana”. Santiago de Chile: Archivo Chile. Centro de estudios Miguel  Enríquez. 2003-2006

AUDIOVISUALES

Fritis, Alejandra. (2006). “Chile mexicano”, [DVD]. Santiago de Chile. Trinacrio.

Llanca, Fabián. (2006). “La reina Guadalupe” [DVD]. Santiago de Chile. Películas Atajalayegua

Mayol manel (2005) “Apaga y Vámonos” Barcelona España. Andoliado producciones.

REVISTAS

Revista del Departamento de educación municipal de Alto Bío-Bío. Enero 2011.

SITIOS DE INTERNET

Municipalidad de Alto Bío- Bió

http://www.munialtobiobio.cl/

https://www.youtube.com/watch?v=VgGkp4FqOwA)

Blog: “Las cumbias en Chile” Publicado desde marzo de 2011

https://lascumbiasenchile.wordpress.com/2012/05/16/47-anos-de-cumbias-nortenas-en-chile/

Entrevistas a Los Charros de Lumako

http://www.adnradio.cl/noticias/sociedad/charros-de-lumaco-la-cumbia-ranchera-tropical-es-un-estilo-muy-particular-de-nosotros/20130830/nota/1961200.aspx

Artículo música ranchera en Chile

http://www.latercera.com/noticia/tendencias/2014/07/659-585393-9-como-dejar-de-amarte-ranchera-como.shtml

 

  • (A). Sin grandes rebuscamientos teóricos, entenderemos por folklorización, el proceso de apropiación de una melodía o ritmo característico de un lugar, por parte de un pueblo diferente y distante geográficamente. Éste repertorio, si bien conserva características de origen, al trasladarse adquiere cualidades nuevas y distintivas.
  • (B). Denominación coloquial muy utilizada en Chile, principalmente en sectores rurales, para referirse a todo tipo de música de raíz y timbre mexicano: esta última característica en base a la sonoridad conjunta de guitarra y acordeón (norteña) principalmente. El “formato norteño” será el más replicado en Chile a partir de la aparición de Los Hermanos Bustos, a fines de los sesentas.
  • (C). Se estila utilizar la frase genérica Música ranchera, o ranchera a secas, para englobar a los repertorios musicales provenientes de México –partiendo del formato mariachi con trompetas y violines- o bien a las canciones recicladas o producidas en Chile bajo el formato instrumental norteño de acordeón y guitarra acústica (últimamente también instrumentos electrónicos y bases pregrabadas), no estableciéndose diferencias entre vals, canción-ranchera, corrido, correteao, huapango y cumbia ranchera, por citar los géneros musicales más difundidos y con importante presencia en Chile.
  • (D). Recuperado de http://identidadyfuturo.cl/2012/01/guadalupe-del-carmen-icono-de-la-musica-ranchera-nacional/ ( Último acceso 18-4-16).
  • (E). Formados por Marcio Toloza en la localidad de Capitán Pastene, comuna de Lumaco, Novena región de la Araucanía en Chile. Toloza concibió la idea del grupo, tras vivir por años en Argentina, donde conoció la música de la agrupación “Los Charros”, una banda de cumbia romántico-electrónica de fines de los años ochenta, oriunda de la Provincia del Chaco. (Escuchar la versión original en https://www.youtube.com/watch?v=VgGkp4FqOwA) De ésta propuesta inspiró su propia banda, que a mediados de la década pasada causó furor en el ambiente tropical ranchero nacional, influenciando la aparición de muchas agrupaciones similares hasta el día de hoy.
  • (F). Sergio Araya en la obra Música popular chilena 20 años describe la vestimenta de intérpretes de música ranchera, señalando que: “Su particular atuendo: chaquetas cortas, camisas y vestidos de vivos colores, trenzas para ellas y el típico sombrero del oeste mexicano para ellos, constituye una imagen bastante reconocible” (1995: 66).
  • (G). Entrevista realizada el 23-7-14.
  • (H). Revista del Departamento de educación municipal de Alto Bío-Bío. 2011. Pág.5- 8.
  • (I). Subgrupo indígena mapuche, que habita en zonas aledañas a Los Andes. Debe su denominación por basar su economía y subsistencia en el árbol milenario conocido como pewen. La traducción más aceptada del término seria “gente del pewen” (che=gente). Como lengua, dentro del habla mapuche, se distingue el chedungún como una ligera variante idiomática característica del pewenche, relacionada con aspectos de pronunciación.
  • (J). Paradójicamente, la zona es una de las que más paga por concepto de cuenta de luz eléctrica. Ver más información sobre las hidroeléctricas en el documental español “Apaga y vámonos” (https://www.youtube.com/watch?v=yxWjy9gFXCU)
  • (K). Denominación coloquial, muy usada en Chile, para referirse a cuando uno se da cuenta de algo abruptamente.
  • (L). Este primer viaje permitió empaparme de la cultura pewenche de la mano de los méjico. En mi afán investigativo de los 25 años, y buscando información de la música mexicana en Chile, me encontré con el Documental sobre Guadalupe del Carmen del peñi periodista Fabián Llanca. (Ver en https://www.youtube.com/watch?v=iCmHmoh3AZk) Le comenté la historia de mis estudiantes cantando méjicos en chedungún y quedó sorprendidísimo. Junto a él, desarrollamos el proyecto “Pewenche Records”, que obtuvo un FONDART para el guión documental y con el que realizamos un viaje posterior.
  • (M). Krebs 2008.
  • (N). Entrevista en el Museo pewenche de Ralko. 24-7-15.
  • (O). Entrevista en estudios de la radio(100.9 FM) 24-7-15.
  • (P). Entrevista 24-7-15.
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