forty-nine fewer / cuarenta y nueve menos
in memoriam
Stanley Almodovar III, 23 Amanda Alvear, 25 Oscar A. Aracena-Montero, 26 Rodolfo Ayala-Ayala, 33 Antonio Davon Brown, 29 Darryl Roman Burt II, 29 Angel L. Candelario-Padro, 28 Juan Chevez-Martinez, 25 Luis Daniel Conde, 39 Cory James Connell, 21 Tevin Eugene Crosby, 25 Anthony L. Laureano Disla, 25 Deonka Deidra Drayton, 32 Simon A. Carrillo Fernandez, 31 Leroy Valentin Fernandez, 25 Mercedez Marisol Flores, 26 | Peter O. Gonzalez-Cruz, 22 Juan Ramon Guerrero, 22 Paul Terrell Henry, 41 Frank Hernandez, 27 Miguel Angel Honorato, 30 Javier Jorge-Reyes, 40 Jason Benjamin Josaphat, 19 Eddie Jamoldroy Justice, 30 Christopher Andrew Leinonen, 32 Alejandro Barrios Martinez, 21 Brenda L. Marquez McCool, 49 Gilberto R. Silva Menendez, 25 Kimberly Morris, 37 Akyra Monet Murray, 18 Luis O. Ocasio-Capo, 20 Geraldo A. Ortiz-Jimenez, 25 Eric I. Ortiz-Rivera, 36 | Joel Rayon Paniagua, 32 Jean C. Mendez Perez, 35 Enrique L. Rios Jr., 25 Jean C. Nives Rodriguez, 27 Xavier E. Serrano Rosado, 35 Christopher Joseph Sanfeliz, 24 Yilmary Rodriguez Solivan, 24 Edward Sotomayor Jr., 34 Shane Evan Tomlinson, 33 Martin Benitez Torres, 33 Jonathan A. Camuy Vega, 24 Franky J. Dejesus Velazquez, 50 Juan P. Rivera Velazquez, 37 Luis S. Vielma, 22 Luis D. Wilson-Leon, 37 Jerald Arthur Wright, 31 |
dance, dark beauties,
your clarion smiles illumined
syncopated
between hot winks of the strobing moon.
tsch psk tsch duum tsch tsk tsch kooh
one and two and three and four and
grind and sweat and pulse and glow
but
one . and .
two . and .
five . and . eighteen . and . thirty-seven .
… and . and .
before
the morning’s black coffee, or the Sunday crosswords—
before
the cats vie for kibble, or the children chirp along to technicolor cartoons—
we hear
of the terror and
the hateful math.
deceased: forty-nine.
average age of victims: twenty-nine.
life expectancy: seventy-eight, give or take (depending on your skin in the game).
twenty-nine subtracted from seventy-eight gives us
… forty-nine.
wait, we exclaim—
what are the chances—
what’s forty-nine times forty-nine—
how many total years sheared from the planet in one grave strike?
these queries wailed, then melted to sour whispers from quivering lips of the left-behinds.
whispers, dissolving further
into vapors of grief dammed behind teeth, the last
gritted wall
between voids of seasons lurching by
and fevered hurricanes howling still inside.
quick, quick: how do you square forty-nine
with an enduring faith in good or gods or humankind?
you see, they look so dignified,
rows of names
and reports of events pristinely nestled within
straight edges of
rectangular televisions
browser windows
granite memorials
mobile screens
newspaper columns
their margins deceptively justified
while spinecracked novels and lavender lip gloss and one-eyed teddies and childhood treasures
are clutched one last time, please, just
one more minute
by mothers and fathers, friends and lovers;
all such lingering objects of unfinished lives
collapse into corrugated boxes
with scarcely room to breathe,
sighing amid
weight of miscellany confined.
peace stays the dream yet
rage has right to voice in kind.
for don’t we wish to holler:
shame on those who only deign to tolerate rainbow banners in the wake of queer demise
and fuck those who now dare fly flags atop the exact buildings whose wretched
bowels have hosted again and again
the shit legislation of basic liberties and protections
denied.
we don’t need your saccharine tears or
moments of silence or
one-off raised fists or
dissonant eulogies about
silver linings
glimpsed in plots
of brown and burnt
flesh.
for the next forty-nine revolutions of this earth
one world around the sun
(that’s forty-nine
family Thanksgivings and mischievous Halloweens and proud Junes)
the world must awaken with forty-nine fewer—
forty-nine who, until
chaos came to eclipse their kin, had
raved and stomped and bumped and sang
in sanctuary.
tsch psk tsch duum tsch tsk tsch kooh
grooving
kissing
shimmering
swaying free beneath the open palms of summer night.
cuarenta y nueve menos[1]
bailen, hermosuras morenas,
tus sonrisas de clarín iluminadas
sincopadas
entre guiños calurosos de la luna estroboscópica.
tsh psk tsh duum tsh tsk tsh kuu
uno y dos y tres y cuatro y
pereen y suden y pulsen y brillen
pero
uno . y .
dos . y .
cinco . y . dieciocho . y . treinta y siete .
… y . y .
antes
el café negro de la mañana, o los crucigramas del domingo—
antes
que los gatos se pelean por las croquetas o lxs niñxs pían junto con los dibujos animados
escuchamos
del terror y
de las matemáticas odiosas.
fallecidos: cuarenta y nueve.
edad media de las victimas: veintinueve.
esperanza de vida: setenta y ocho, más o menos (dependiendo de tu piel en el juego).
setenta y ocho menos veintinueve nos da
… cuarenta y nueve.
espera, exclamamos—
cuál es la probabilidad—
cuánto es 49 por 49—
¿cuántos años en total rapados del planeta en un solo golpe?
estas preguntas gritadas se funden en murmullos amargos en los labios temblorosos de lxs que se quedaron atrás.
los murmullos se disuelven esfumándose más
entre aires del pesar represados entre dientes, el último
muro regañadiente
entre los vacíos de las estaciones tambaleantes
y huracanes febriles aullando aún adentro.
rápido, rápido: ¿cómo cuadrar cuarenta y nueve
con una fe firme en el bien o los dioses o la humanidad?
Ves, se miran tan dignos
filas de nombres
e informes de hechos pristinamente colados dentro de
límites definidos de
televisores rectangulares
ventanas de navegador
lápidas de granito
pantallas de móviles
columnas periodísticas
con márgenes engañosamente justificados
mientras novelas sin espinazo y brillo labial lavanda y osos de peluche tuertos y tesoros de la
infancia están apretados por última vez, por favor, sólo
un minuto más,
por madres y padres, amigos y amantes;
todos objetos permanecidos de vidas inacabadas
colapsan dentro de cajas de cartón
con escaso espacio para respirar
suspirando en medio
del peso de miscelánea confinada.
la paz conserva el sueño, sin embargo
la furia tiene derecho a pronunciarse.
pues acaso no deseamos gritar:
vergüenza sobre aquellos que únicamente se dignan tolerar las banderas arcoíris en la vela del
legado homosexual
y que se jodan aquellos que ahora se atreven a izar banderas en lo alto de
edificios específicos cuyas entrañas han sido anfitrionas una y otra vez
de la legislación de mierda de libertades básicas y protecciónes
denegadas.
no necesitamos sus lágrimas de sacarina o
momentos de silencio o
un puño levantado o
panegíricos disonantes llenos de
rayos de luz
vislumbrados en parcelas
de morena y quemada
carne.
por las siguientes cuarenta y nueve revoluciones de este planeta
un mundo alrededor del sol
(que son cuarenta y nueve
celebraciones familiares del Día de Acción de Gracias y Halloweens
bromistas y orgullosos junios)
el mundo tiene que despertarse con cuarenta y nueve menos—
cuarenta y nueve quienes hasta que
el caos llegó a eclipsar su parentela, habían
reclamado y pateado y golpeado y cantado
en refugio.
tsh psk tsh duum tsh tsk tsh kuu
bailando
besando
reluciendo
meciéndose libres bajo las palmas abiertas
de la noche veraniega.
Notes
[1] Traducido por Elías Cosenza Krell. Justo que esta traducción se manifestó de un esfuerzo comunal: agradecimientos a mi madre, Marta María Salomé Cosenza, mi amiga, Sofía Castillo, y mi colega, Yana G. Stainova